18/03/2011 22:23:00
De boda en Triana
Por Javi
Nos gustaba saltar por las escaleras de casa de mi abuelo. Tres, cuatro, cinco escalones... cada vez más alto. Hasta siete peldaños que eran para nosotros como saltar desde un tercero.
La altura no importaba, porque en cada salto descubríamos que no pasaba nada, y subíamos otro escalón.
A veces había suerte y el juego salía bien. Otras veces, caías con las rodillas directamente al suelo y dolía. Pero al día siguiente se nos olvidaba. Y volvíamos a saltar desde uno hasta siete, sin saber qué iba a pasar.
Cuando éramos pequeños.